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Uno de los aspectos de la sexualidad que se suele resentir más con el tiempo es el deseo sexual, sobre todo en las mujeres. Pasada la época del enamoramiento y especialmente si estamos en una relación larga y duradera en el tiempo, puede llegar ese momento en el que el anhelo por la otra persona se reduce, disminuyen considerablemente el interés por mantener relaciones sexuales, así como las fantasías y pensamientos eróticos. En algunos casos incluso aparece malestar.

Sin embargo, antes de profundizar en las causas y las posibles soluciones es importante saber varias cosas sobre el deseo sexual:

  1. El deseo cambia, evoluciona y se modifica a lo largo de la vida. Es decir, es absolutamente normal tener rachas de más deseo y rachas con menos deseo.
  2. Cuando hablamos de deseo sexual, el imaginario colectivo lo identifica con la pasión y los impulsos irrefrenables hacia la pareja. Sin embargo, existen diferentes tipos de deseo.

Entender que el deseo impulsivo y espontáneo no es el único es clave para comprender qué pasa en las parejas de larga duración.

Existen tres tipos de deseo:

  • El impulsivo: es el que se relaciona con el enamoramiento. Cuando acabamos de conocer a alguien y el deseo nace de la necesidad de estar con esa persona todo el rato. Al principio existe un deseo sexual desaforado, pero conforme se estabiliza la relación es habitual que el deseo impulsivo disminuya. Que este deseo impulsivo se convierta en sosegado no significa que las relaciones sexuales sean menos placenteras.
  • El activo: implica acción para provocar una reacción. Se trata de cultivar nuestro propio deseo y fomentarlo con ejercicios mentales o físicos.
  • El reactivo: el deseo de nuestra pareja activa el nuestro y hace que nos mostremos receptivos a tener relaciones sexuales aunque no tengamos ganas.

La mujer tiene un bajo deseo sexual cuando se reduce considerablemente las ganas de intimar y mantener relaciones sexuales. Además, no está receptiva y no tiene fantasías o pensamientos sexuales.

Teniendo en cuenta esto, ¿cuándo podemos hablar de bajo deseo como algo problemático? Estaríamos en esa situación cuando la mujer lo ve como un problema, aparece malestar y tiene una sensación de pérdida con respecto a su fórmula anterior. Además, puede empezar a suponerle un coste si se siente diferente con respecto a las personas de su entorno.

Suele haber dos factores que contribuyen a que el malestar aparezca; por un lado, el sentirse diferente –sentirse diferente de otras personas a las que esto no les pasa, así como diferente de si misma en otros momentos de su vida- algo que contribuye a la conciencia de que algo está ocurriendo y el ver que el desajuste en los niveles de libido de ambos es grande y se va haciendo cada vez más costoso para la relación.

¿Por qué desciende el deseo?

Las causas son múltiples y variadas. Aqui estan las más comunes:

  • El tipo de educación moral y religiosa que ha recibido la mujer.
  • La toma de alguna medicación: algunos psicofármacos, pueden tener como efecto secundario la reducción del deseo.
  • Cambios en la respuesta sexual como consecuencia de la edad y la llegada a etapas como el embarazo, el posparto o la menopausia.
  • Una inadecuada educación sexual: algunas mujeres llegan a mi consultorio y veo que no tienen deseo porque al final no sienten demasiado placer cuando mantienen relaciones sexuales y no llegan al orgasmo. Entonces dicen: ¿para qué me voy a esforzar si yo no me lo paso bien? Esas situaciones reducen el deseo sexual.
  • Experiencias sexuales traumáticas.
  • Problemas de intimidad con la pareja o de comunicación sexual que impiden explicar bien a la mujer qué es lo que quiere y le gusta.
  • La rutina: en las parejas de larga duración pueden acabar rutinizándose los guiones sexuales por las dos partes.
  • El estrés, la ansiedad y el bajo estado de ánimo.
  • Los problemas de pareja y problemas cotidianos sin resolver: desequilibrios dentro de la relación en las tareas de casa o cargas familiares desiguales resienten el deseo sexual en el caso de la mujer. Un reparto más equitativo de las tareas puede influir positivamente en que el deseo vuelva a aparecer.

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Todas estas causas pueden pasar factura a la sexualidad y al deseo. Sin embargo, la buena noticia para ti es que tiene solución. Para empezar, la clave está en no agobiarse y asumir que el deseo fluctúa a lo largo de la vida. También hay que reconocer que existe un problema, que la chispa está apagándose o ya se ha extinguido y que es necesario implicarse para solucionarlo.

A continuación es muy importante trabajar la comunicación sexual con sinceridad. Tu mujer debe ser capaz de decirte lo que le gusta y lo que no y la situación por la que está pasando, si le molesta el reparto de tareas de casa o no se siente querida, por ejemplo. Yo recomiendo que lo hablen tranquilamente tomando un café o una copa y que tu mujer te pida ayuda para solucionarlo juntos, poniéndoselo fácil y con paciencia.

En este punto es importante llegar a acuerdos intermedios, ya que a veces cada miembro de la pareja se encuentra en un extremo. Estas discrepancias pueden verse, por ejemplo, en la cantidad de relaciones sexuales. A la hora de negociar es vital hacerlo de forma colaborativa porque los dos miembros de la pareja tienen que sentir que ganan con la decisión final.

El siguiente punto en el que se puede trabajar es en abandonar el modelo rígido de la sexualidad basado principalmente en la penetración vaginal. Desde hace décadas se sabe que la penetración vaginal a nivel fisiológico no es la práctica erótica potencialmente más placentera para las mujeres; flexibilizar los encuentros eróticos para que incluyen otras prácticas, otros juegos u otros códigos, además de ayudar a salir de la monotonía, generalmente puede resultar de mucha utilidad para que haya más apetencia y deseo de los mismos.

Leer literatura erótica, ver películas de esta temática, añadir masturbaciones mutuas, trabajar las fantasías sexuales y compartirlas y abrir la mente facilitan que el deseo se reavive y añade un poco de picante a la relación.

Por último, es importante realizar dieta digital regularmente: desconectar la tele, la tableta y el teléfono e invertir ese tiempo en pareja. Cada vez son más las parejas de jóvenes que cada noche ven varios capítulos en Netflix o HBO y al final a la 1 de la mañana están cansados. El sexo necesita tiempo y eso muchas personas no lo tienen en cuenta.

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