El punto G –denominado así en honor al médico alemán Emst Grafenberg, que fue el primero en sugerir su existencia en los años 50 del siglo pasado– consiste en una pequeña zona erógena de entre uno y cinco centímetros localizada en la pared frontal de la vagina, y especialmente sensible, que al ser estimulada permite experimentar un orgasmo.
Todavía hoy, el punto G despierta muchas controversias, y los especialistas no se ponen de acuerdo sobre si se trata de un mito o de un lugar anatómico real. Se han realizado numerosos estudios y encuestas al respecto, y aunque los resultados muestran que la mayoría de las mujeres creen en el punto G, no se ha conseguido demostrar la existencia de un lugar anatómico que responda a su descripción.
Los estudios anatómicos no han encontrado ningún órgano o estructura interna que pudiera corresponderse con el punto G, y tampoco los estudios histológicos, en los que se analizó el área en busca de terminaciones nerviosas específicas que pudieran estar involucradas en un aumento de la sensibilidad en la zona, han aportado datos concluyentes al respecto.
Sin embargo, investigaciones recientes han comprobado, mediante la introducción de sensores térmicos en las vaginas de las mujeres que han participado en los estudios, que se observaba una mayor sensibilidad en la pared anterior de la vagina que en la posterior, incluso sin practicar ningún tipo de presión.
Conexión con el clítoris
En 2009 la ginecóloga francesa Odile Buisson apuntó la teoría de que el punto G podría ser en realidad una conexión del clítoris interno en la vagina. En estudios realizados con sonogramas, esta especialista comprobó que cuando el clítoris se hincha debido a la excitación, sus partes internas se encuentran muy cerca de la vagina, por lo que eso podría explicar el aumento de sensibilidad en la zona.
Estudios realizados con imágenes de ultrasonidos también apreciaron diferencias en el grosor del espacio uretrovaginal en las mujeres que tenían orgasmos por contacto en el punto G y las que no. De acuerdo con estos datos, Buisson considera que el punto G puede ser una zona de la vagina que permitiría alcanzar la parte interna del clítoris.
El hecho de llamarlo ‘punto’ puede hacer pensar que se trata de un ‘botón mágico’, que solo es necesario pulsar para conseguir un placer inmediato, mientras que como señala el profesor de ginecología italiano Emmanuelle Jannini, es algo más complejo, y no necesariamente un ‘punto’, sino que se trata de una zona más gruesa y con un mayor número de terminaciones nerviosas, situada en la pared anterior de la vagina, y que él denomina complejo clito-uretro-vaginal (CUV).
La existencia de esta zona especialmente sensible en el interior de la vagina ayudaría a explicar también los orgasmos ‘vaginales’, ya que si bien muchos de los orgasmos que experimentan las mujeres durante la penetración se producen en realidad como consecuencia de la estimulación del clítoris, se ha demostrado que existen los orgasmos exclusivamente vaginales.
Mito o realidad, lo cierto es que sus defensores aseguran que el punto G es una excelente zona erógena que todos las hombres desearían encontrar, pero sin olvidar que su cuerpo está lleno de zonas potencialmente erógenas, y que el sexo está en el cerebro, así que pon en marcha tu imaginación… y disfruta.